Acaba de llegar la prensa, y la policía se hizo a un lado para que hagan su trabajo. Insistieron en que el asesino pose junto al cuerpo momentáneamente descubierto de la víctima, cuchillo en mano y mirándola, como en el momento mismo del crimen, pero el asesino, mal actor y nervioso, insiste en mirar a la cámara al momento del disparo, arruinando cada nueva toma. La televisión, por su parte, quiere grabarlo derramando una lágrima al cruzarse con los hijos de la víctima, para provocar sentimientos encontrados en el televidente, y entregarle una potente moraleja.