Tuesday, August 29, 2006

41 - El control

Los parlantes anuncian que se debe mantener la calma, que nada pasa. Cuando la gente está sosegada toman a un grupo y los apuran para salir, porque la embarcación está hundiéndose. Entonces ellos enloquecen y empiezan a vociferar; torpemente algunos salen del grupo y corren en todas direcciones. ¿Torpemente? ¿Como puede juzgar uno? Quizás tratan de buscar y salvar a sus seres queridos. Pero con el alboroto todo el mundo se da cuenta de la terrible situación. El control se perdió y los autoproclamados dioses encuentran razonable que se salve quien ha de salvarse y muera quien ha de morir.

36 - Surcar el cielo azul

Cuando escucho aquel “sí” al pie del altar me quito esas manos delgadas de encima. Sus dedos largos y uñas puntiagudas me producen rechazo. Tanto tiempo he estado prisionero en sus brazos que la desprecio profundamente. Como un enajenado echo a correr desenfrenadamente, a culo pelado, hasta el techo. Miro el hermoso cielo azul y siento unas ganas tremendas de no detenerme y volar como un grácil planeador. Mientras tanto, abajo, unos chiquitines gritan “¡locos!, ¡locos!” y lanzan piedras hacia la entrada. Su entretención diaria después de clases.

35 - La locura

Cuando sentía que todo estaba perdido y me entregaba rendido al opresivo abrazo de la desolación, ella lanza un “llámame a la noche”. Después me envía un coqueto “xau” y cierra sesión. La lluvia, el frío y el invasor gris se retiran. Me encuentro cara a cara con la desolación, cuando abandona el escenario. Lleva el ceño fruncido y se ve humillada. Tiemblo pensando en su venganza. Porque de seguro volverá. Pero siento los cálidos rayos del sol de primavera, descubro los hermosos árboles tapados de flores y el trinar de los pajarillos ya no me molesta.

Tuesday, August 22, 2006

34 - Godofredo Cabezas III

Cuando nació, sus padres quedaron estupefactos. El hombre sintió unas ganas tremendas de llorar a gritos. Y miró de reojo el semblante de su esposa. Inmediatamente su inseguridad lo hizo pensar que esta situación sería el comentario de todo el pueblo. Lejos estuvo de equivocarse. Cada conversación dejaba un espacio para la inmensa cabeza del bebé. La madre pensó en alejarse de los malls y ahorrar para peluqueros. El padre, todavía abatido, pensó en aportar dinero a alguna fundación que estudiase una cura, un tratamiento, una ilusión, cualquier cosa. Además sería necesario un escuadrón de psicólogos. Los niños son crueles.

33 - Y seríamos felices por siempre

Abrí la defensa y lancé un furibundo y desesperado último ataque. Pero me sentí expuesto y retrocedí. Ella dice aceptar resignada lo que le estoy pidiendo. ¡No, maldición! Grito y me agarro la cabeza. No puede ser. Mi libreto estaba escrito de otra forma. En esta parte ella se abría, tan sólo un poco y me daba la oportunidad de rematar todo con un “te quiero”.

27 - El amor

‘Ante un juego como este, de tira y afloja, hay que ser fuerte mentalmente. El orgullo debe protegerse como un tesoro aunque haya que comerse los sentimientos. La idea es llegar al prestigioso estado de insensibilidad más temprano que tarde. Entonces su poderoso arsenal de indiferencia, desdén y plantones no causará desastres’. Aquí si alguno llora es sacado de la fila para recibir un tiro en la nuca. Pero yo no sirvo, mi equilibrio emocional es frágil. Al primer descuido de los guardias correré por los campos y nunca más sabrán de mí.

25 - El miedo

Cuidaba nuestro equipaje en el terminal. Sentado, de pronto sentí que algo malo sucedería. Me doy vuelta justo en el momento en que un ladrón agarra unos de nuestros bolsos y sale corriendo. Ella vio todo; está cerca, junto a unas amigas. Veo decepción en sus ojos. Maldita sea, esto no puede estar pasándome; no en nuestro primer viaje juntos. Echo a correr detrás de él, sin convicción. Pensando en mi increíble mala suerte, me enfurezco y acelero. Si lo alcanzo lo mato. Hasta que se detiene y me enfrenta con un cuchillo.

Sunday, August 20, 2006

24 - La puerta

Se acababa la visita y todos salimos a despedirlo. Se subió al auto, el primo le cerró la puerta y vimos una lágrima en su cara. Aunque nunca le dijeron de su enfermedad. Ese momento nunca lo podré olvidar. Miré a mi familia, cada uno de sus rostros y vi ojos humedecidos. Nadie dijo una sola palabra, pero todos, grandes y chicos intuíamos que esa sería la última vez. El auto se fue y todos entraron, menos yo. Se cerró la puerta; caminé, me apoyé sobre la reja y lloré desconsoladamente. En silencio, para que nadie se diera cuenta.

18 - La muerte

La gente de la planta estaba a punto de descubrir todo y ella ya no tenía poder de negociación. Porque todos los días aparecían nuevos personajes cobrando por su silencio. Pero un día la Domitila apareció muerta. La Domitila fue quien descubrió la estafa y aunque prometió callarse, para recibir una parte, no pudo contra su bocaza. Ese movimiento logró su efecto, aterrar a todos. Pero ya era demasiado tarde. Sólo unos pocos días después el inglés descubrió la estafa y La Jefa fue acribillada en la puerta de su casa, sosteniendo una bolsa de pan calientito para el desayuno.