- ¿Que ya no quieres ver más tele? - No. Prefiero mirarte a ti. - Cursi. - Te quiero - Sensiblero - Te sigo queriendo - ¿De verdad? - De verdad - Ojalá que en diez o veinte años más me digas lo mismo - Ojalá - Ya, veamos tele. - OK. Oye, ¿empezamos ya a pelear por el control remoto o esperamos a estar casados? - Ja jaj. Empecemos ya. Dámelo.
Y no hubo forma de hacerle entender que sus figuritas de yeso no nos iban a salvar. Que debíamos correr ya. Que los balazos duelen. Matan también, eso dicen. Y que quizás el era más pecador que yo.